Columna: "La fuerza de voluntad"

22 Marzo 2013

"La base de alcanzar nuestras metas está en la voluntad, en la fuerza de voluntad, en el carácter. Es decir en si tenemos la firmeza para realizar el esfuerzo necesario para alcanzar la meta. El auto control o control sobre nuestras emociones y decisiones". Por Gabriel Canihuante

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En la vida cotidiana nos proponemos pequeñas metas como, por ejemplo, no decir tantos garabatos o comer menos pan. En la vida del largo plazo algunas metas pueden ser completar los estudios (técnicos, de grado o post grado académico) o no abandonar nunca a nuestros padres o a nuestros hijos.

Vivimos con pequeños, medianos y grandes objetivos. A veces nos llenamos de alegría porque conseguimos una de nuestras metas; en otras ocasiones nos entristecemos porque no hemos podido alcanzarlas.

Peor aún es cuando nos reprochan no haber cumplido o cuando no haber tenido éxito trae como consecuencia un daño, sea éste emocional, espiritual o material, para uno mismo o para quienes amamos. Explicaciones o excusas no reparan el perjuicio a veces.

La base de alcanzar nuestras metas está en la voluntad, en la fuerza de voluntad, en el carácter. Es decir en si tenemos la firmeza para realizar el esfuerzo necesario para alcanzar la meta. El auto control o control sobre nuestras emociones y decisiones.

A veces, sin embargo, no es cuestión de voluntad sino de capacidad personal o de condiciones del entorno. Proponerse metas que no solo dependen de nosotros conlleva ese riesgo. Querer algo que por nuestra capacidad es imposible, no es sano. Mucha gente se enferma porque se propone lo inalcanzable, objetivamente, para ellos. Esto ya sea en el plano material como en lo espiritual.

Pero es común que frente a algún fracaso, le echemos la culpa al entorno, a los demás, y no seamos capaces de reconocer que efectivamente no conseguimos lo que queríamos porque no hicimos el esfuerzo necesario, porque ante las dificultades, nos dejamos llevar por el fracaso, ante las tentaciones (comer pan) fuimos débiles.

La voluntad, junto a la disciplina, el empeño, el tesón, está a la base de la perseverancia, virtud principal para los seres humanos. El flojo, el perezoso, el indeciso, el indiferente, tendrá serias dificultades para alcanzar sus objetivos. Por lo mismo, todo le da igual, y él cree que esa premisa vale para todo y todos. Carece de capacidad para discriminar –en el buen sentido- y asegura que todos son mediocres en su entorno.

Como alguna vez escribió el inglés Samuel Johnson, “Las grandes obras son hechas no con la fuerza, sino con la perseverancia”. Y las pequeñas obras o metas (comer menos pan, por ejemplo)  también necesitan de nuestro esfuerzo y voluntad.